En nuestros hogares, la energía juega un papel fundamental, pero ¿sabes cuánto consumimos realmente y en qué se concentra ese consumo? Gracias al Proyecto SPAHOUSEC, un exhaustivo estudio llevado a cabo en España, podemos desglosar los datos y descubrir algunas claves importantes sobre el consumo energético en nuestros hogares. Y si quieres comprar un piso o una casa, te interesa tener en cuenta el consumo que vas a tener.
¿Cuánto se consume?
De acuerdo con los resultados de este estudio, el consumo medio de energía en los hogares españoles es de aproximadamente 10.500 kWh al año. Pero ¿dónde se concentra este consumo?
Qué consume más
El reparto medio del consumo energético en los hogares españoles se distribuye de la siguiente manera:
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Calefacción:
Constituye el 63.9% del consumo energético. Es el rubro que más energía consume, especialmente en las épocas más frías del año. La necesidad de mantener una temperatura confortable en nuestros hogares durante el invierno puede llevar a un uso intensivo de sistemas de calefacción que, si no son eficientes, pueden representar un gasto significativo.
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ACS (Agua Caliente Sanitaria):
Representa el 10.7% del consumo. El agua caliente es esencial para nuestras actividades diarias, pero también puede ser una fuente significativa de consumo energético. El uso de sistemas de calentamiento de agua eficientes y el control del tiempo de uso pueden contribuir a reducir este gasto.
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Electrodomésticos:
En conjunto, los electrodomésticos suponen el 15.3% del consumo energético en los hogares. La nevera lidera este apartado, seguida por la televisión y la lavadora. Los avances tecnológicos han permitido que los electrodomésticos modernos gasten menos energía, pero su uso intensivo y continuado puede seguir representando un consumo considerable en el hogar.
¿Cómo podemos ahorrar?
Ahorrar energía en casa no solo beneficia nuestra economía, sino que también contribuye positivamente al medio ambiente. Aquí hay algunas estrategias que podemos implementar:
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Mejora de la eficiencia energética:
Opta por electrodomésticos con etiquetado energético de clase A o superior. Estos consumen menos energía y pueden marcar una gran diferencia a largo plazo. Además, considera la posibilidad de mejorar el aislamiento de tu hogar y de instalar sistemas de calefacción y refrigeración más eficientes.
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Control de la calefacción y el aire acondicionado:
Ajusta la temperatura según tus necesidades reales. Reducir un par de grados en invierno o subirlos en verano puede suponer una gran diferencia en tu factura energética. Además, utiliza termostatos programables para optimizar el uso de la calefacción y el aire acondicionado según tu horario y rutinas diarias.
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Uso responsable del agua caliente:
Instala reductores de caudal en grifos y duchas para reducir el consumo de agua caliente. Además, considera la posibilidad de instalar un calentador de agua más eficiente o sistemas de energía solar térmica para calentar el agua de tu hogar de forma sostenible.
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Apagado de electrodomésticos en stand-by:
Muchos electrodomésticos continúan consumiendo energía, aunque no los estemos utilizando. Desconéctalos completamente cuando no estén en uso o utiliza regletas con interruptores para apagar varios dispositivos de una vez. Además, configura tus electrodomésticos para que se apaguen automáticamente cuando no estén en uso durante un período prolongado.
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Iluminación eficiente:
Cambia las bombillas convencionales por luces LED, que consumen menos energía y tienen una vida útil más larga. Además, utiliza sensores de movimiento y temporizadores para reducir el tiempo de uso de la iluminación en áreas poco frecuentadas.
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Conciencia del consumo:
Fomenta hábitos de consumo responsables entre los miembros de tu hogar, como cerrar grifos correctamente, no dejar luces encendidas innecesariamente y usar electrodomésticos de manera correcta. Además, realiza un seguimiento regular de tu consumo.
El consumo energético en nuestros hogares no solo tiene un impacto económico, sino también ambiental. Adoptar hábitos de consumo más eficientes no solo nos ayuda a ahorrar dinero, sino que también contribuye a la sostenibilidad del planeta. Son los pequeños cambios en nuestra rutina diaria y en el uso de los recursos disponibles, los que generan una gran diferencia en la cantidad de energía que consumimos y en el impacto que tenemos en el medio ambiente.
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